Janucá sameaj

Hay una ley sobre Janucá que me parece conmovedora y profunda. Maimónides, cuya casa cordobesa en la plaza de Tiberiades recomiendo visitar a todo aquel que pase por la ciudad sureña, escribió que “el precepto del encendido de las velas de Janucá es precioso; aquel que no posee el dinero para comprar las luces debe vender algo, o si fuera necesario pedir prestado, a fin de poder cumplir con la mitzvá".


Entonces surge la pregunta, ¿Qué pasa si, en la tarde del viernes, te encuentras con una sola vela? ¿Cómo la enciendes, como una vela de Shabat o de Janucá? –Porque no puede ser ambas cosas-. 

Quizá la lógica de muchos sugiera encenderla como una vela de Janucá, después de todo, no hay ley que obligue a vender o pedir prestado para encender las luces de Shabbat. Sin embargo, la ley es que, ante dicha elección, la vela ha de encenderse como una luz de Shabat. 

¿Por qué?

Escucha a Maimónides: "La luz de Shabat tiene prioridad porque simboliza Shalom Bait, la paz en el hogar. Y grande es la paz, porque toda la Torá fue entregada con el fin de hacer la paz en el mundo”.
Janucá es una fiesta establecida para conmemorar la rebelión de los Macabeos -que logró su cometido por la victoria de las armas- en una la lucha encarnizada para perpetuar la cultura hebrea, las tradiciones del pueblo, el acervo de su creación a través de los siglos. Janucá conmemora, en resumidas cuentas, una de las más grandes victorias militares de la historia judía. Sin embargo, la ley judía establece que si sólo se puede encender una vela, la luz de Shabat tiene prioridad, ya que en el judaísmo la mayor victoria militar ocupa un segundo lugar frente a la paz en el hogar. La verdadera victoria, no es militar, sino espiritual: la luz de la paz prevalece sobre la luz de la guerra.


Janucá sameaj.




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